Y es que dijo que cuando hay dificultades de pareja, ya sea formal o en concubinato, los hijos son los principales receptores de los conflictos entre padre y madre.
“No debemos dejar que nuestros hijos cristalicen o materialicen conceptos acerca de los conflictos que viven en casa, ellos representan lo que recojen en casa y lo verbalizan o ejecutan”, expresó.
Señaló que las principales afectaciones que reciben los niños son emocionales, afectivas y verbales, dependiendo de los recursos personales que cada niño tenga o que sostenga.
“Cuando empiezn los problemas hay que tener la conciencia de que los conflictos entre padre y madre deben ser atendidos como tal y de forma civilizada”, agregó.
Destacó que los menores entre 3 y 15 años son los más afectados ante este tipo de situaciones que ponen en riesgo su salud emocional, al referir que están en vías de formación, donde sus primeras etapas son base para la conformación de su personalidad en la edad adulta.
Subrayó que aunque cada caso es diferente, en una gran mayoría, los menores presentan problemas de conducta, están irritables, son desobedientes, debido a la desatención o descuido en su entorno personal.
Aseguró que esto puede desencadenar problemas como depresión, melancolía, tristeza, desolación o sentirse desamparado.
“Esto es porque ve que en sus padres que son sus figuras de soporte, no hay una seguridad de sentirse protegido, entonces si hay desesperanzas o hay ese tipo de sentimientos del orden de lo personal, de lo mental”, manifestó.
Apuntó que este tipo de trastornos se puede presentar en el momento en que las situaciones en casa no se resuelvan no importando la edad que tengan los menores, y dependiendo de la problemática de la familia se presente.