El rol de los juguetes en el desarrollo de los niños

22 de Agosto de 2019
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El juego en la infancia se constituye como la actividad central del niño y les permite alcanzar su máximo potencial. Al jugar, los niños son estimulados y desafiados a pensar de forma productiva, y además desarrollan sus habilidades de comunicación y liderazgo.

Los juguetes además de proporcionar entretenimiento, se convierten en herramientas que estimulan sus capacidades, su imaginación y el desarrollo saludable del cerebro.

Debido a que les brinda la oportunidad de explorar y experimentar sus habilidades que son esenciales para la construcción de conocimiento.
Los niños, mediante el juego desarrollan la creatividad y, capacidad cognitiva y emocional. Todos los juguetes son importantes para el desarrollo infantil, sin embargo, no todos ejercen el mismo efecto porque cada niño adecua la estructura del juego de acuerdo a una modalidad personal.

Por ejemplo, las actividades plásticas, como jugar con pinturas o dibujar, les brindan nuevas formas de expresar sus sentimientos y emociones mediante sus creaciones. Los juegos relacionados a actividades cotidianas, como jugar a la mamá y al papá en casitas de jardín para niños les permiten interpretar roles y crear conflictos reales. Este tipo de dinámicas beneficia su desarrollo, imaginación y capacidad de resolución de conflictos.

Los juegos de destreza física, como jugar a la pelota, correr, bailar o escalar, ayudan a desarrollar los movimientos corporales como la fuerza, la flexibilidad y las habilidades de coordinación. Pero además, el jugar les ayuda a construir el autoestima, ya que el niño le da sentido a sus habilidades y se siente bien consigo mismo.

Asimismo, también pueden ayudarlos a solucionar conflictos internos. Por ejemplo, un niño que le tiene miedo a los perros, puede jugar a que acaricia uno de juguete, lo cuida y lo lleva a pasear, de esta manera compensa algo que en la realidad lo aterroriza.

No obstante, cabe mencionar que los juegos se dividen en rangos de edad. Jean Piaget, uno de los psicólogos y biólogos más famosos por su aportación al estudio de la infancia dividió las fases de su desarrollo cognitivo en cuatro: fase sensoriomotora, fase preoperacional, fase de las operaciones concretas, fase de las operaciones formales.

La fase sensorio motora se da en los 2 primeros años, es la única forma que tiene el niño para relacionarse con su entorno y se desarrolla a través de las percepciones físicas y su habilidad motora para interaccionar con ellas. Durante esta fase los niños manipulan objetos, pero no saben que aunque no los tengan siguen existiendo. Para ellos un objeto que no ven, no existe.
La fase preoperacional, comprende desde los 2 a los 7 años. Durante este periodo los niños creen que los objetos inanimados tienen los mismos sentimientos y percepciones que ellos. Esta fase es característica por la imaginación, el juego simbólico o de ficción, debido a que sus estructuras mentales se van desarrollando y son capaces de asociar imágenes con objetos distintos. Por ejemplo, un niño puede coger una caja y pensar que tiene un auto.

La fase de las operaciones concretas se da a partir de los 6 años, durante este tiempo empiezan a aplicar la lógica a sus situaciones cotidianas pero con las limitaciones que tienen. Sin embargo, no tienen la capacidad de futurizar o realizar acciones ahora para conseguir una recompensa futura. Ya tienen un elevado nivel de compresión, de causalidad, razonan correctamente (forma inductiva y deductiva), entienden efecto y causa.

Finalmente, la fase operaciones formales comprende de 12 años en adelante. Es la última
fase del desarrollo cognitivo y los niños adquieren una visión más abstracta y conceptual de su entorno. Usar la razón para crear analogías y patrones de comportamiento.

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