No hay lectura sencilla Marx Arriaga

26 de Julio de 2019
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México, 26 Jul (Notimex).- En el país había cerca de siete mil 450 bibliotecas cuando Marx Arriaga asumió el cargo en la Dirección General de Bibliotecas (DGB), aunque casi 600 de ellas estaban cerradas. Además, según el funcionario, los acervos no estaban actualizados.

“Habría que tomar en cuenta que de esas siete mil 450, casi 600 estaban cerradas. Que la mayoría de ellas no habían tenido más que una colección inicial de libros, pero no se les había reforzado, y los libros estaban con mucha humedad, con mucha acidez”, explicó el funcionario en entrevista con Notimex.

Reconoció que “teníamos una red que funciona en el número, funciona a nivel estadístico, pero que tiene graves problemas porque los acervos no están actualizados, no responden a las necesidades de la población”.

Según el funcionario, algunas de estas bibliotecas estaban a punto de cerrar por la violencia; otras no tenían internet, módulo de servicios digitales, ni programación alguna de fomento a la lectura.

“El primer diagnóstico que hicimos fue ése: era una red, la red cultural más grande que tiene el país, sí es cierto, pero es una red que se había dejado abandonada y se había privilegiado tan solo el envío a ciertas bibliotecas centrales estatales, algunas regionales, y a ciertos estados, ni siquiera a todos los estados del país”, explicó.

Advirtió que “el hecho grave en este atraso que ha tenido la Red Nacional de Bibliotecas está en las zonas rurales, donde el acceso al conocimiento se da solo a través de la Biblioteca Pública”.

Cada tres años, refirió Arriaga, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) medía los avances que teníamos en cuestión de competencias lectoras dentro de los ámbitos escolares.

“A pesar de que cada año íbamos disminuyendo las competencias que el estudiante debía tener en el ámbito de secundaria, preparatoria, la Secretaría de Educación Pública no tenía una política en conjunto con la Secretaría de Cultura, de que la Biblioteca Pública fuera uno de los pilares, siendo que en la estadística las personas que más asistían a la Biblioteca Pública eran niños de primaria, secundaria y preparatoria”.

El filólogo dijo que “no tenemos un catálogo que diga: desde aquella época hasta esta, hasta el 2019, este es el patrimonio bibliográfico”.

Las estrategias de la nueva administración

Por ello, “primero necesitamos saber cuáles son los libros que hay en el país. Necesitamos un inventario y tener un catálogo al día, actualizado: estos son los libros, con estas obras son con las que podemos construir el edificio que será el fomento a la lectura en el país”, planteó.

Un punto esencial, afirmó, es que “debemos quitarle el miedo a las personas hacia la lectura del libro. Cada vez, por los medios de comunicación, por las nuevas tecnologías, el libro va quedando como algo, como un objeto de culto, un objeto que tan solo es para minorías.

“Para que logremos hacer un vínculo entre el libro, la biblioteca y su público, necesitamos un punto intermedio, y es alguien que facilite, que sirva como ese puente. Necesitamos lo que alguien llamaría un mediador de lectura o alguien que tenga un proceso didáctico que le facilite la lectura hacia ese otro”.

Para Arriaga, esta figura del mediador de lectura debe ser desempeñada por los profesores en las aulas y los bibliotecarios en las bibliotecas.

“No es sencillo porque los medios de comunicación lo que hacen es simplificar los contenidos, dar todo muy digerido. En cambio, las lecturas, los libros, lo que buscan es el pensamiento crítico del sujeto; no hay lectura sencilla”, enfatizó.

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