Vida y muerte, en Panteones de San Juan del Río

19 de Octubre de 2017
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Panteones
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San Juan del Río, 18 Octubre 201º7.- El crecimiento poblacional de San Juan del Río representa retos no solamente para los gobiernos, sino para los mismos ciudadanos, por lo que un tema importante es el manejo y confinamiento, de los restos mortales en los panteones del municipio.

San Juan del Río tiene en la cabecera municipal tres camposantos administrados por el gobierno en turno y que están colindantes con el río San Juan. Según datos proporcionados por el administrador de panteones Benjamín Torres, en el No. 1 hay 2 mil 749 tumbas; mil 633 en el No. 2 y 3 mil 550 espacios, entre criptas y tumbas en el panteón número 3.

Sin embargo, es en el panteón tres donde hay un crecimiento constante mediante la construcción de gavetas verticales, que son utilizadas para resguardar los cuerpos.

En promedio se realizan al mes hasta 70 procedimientos, de los cuales 90% son inhumaciones y el 10% exhumaciones.



De acuerdo a datos proporcionados por Carmen García Tagle, coordinadora del Registro Civil, sepultar a una persona en el panteón 1 representa un costo de 2 mil 717 pesos; en el Panteón 2, es de 2 mil 173 pesos, mientras que el Panteón 3 es de mil 811 pesos.

En algunos casos, para aprovechar espacios, los familiares de los difuntos utilizan un mismo espacio para confinar a 2 o más cuerpos, lo que de acuerdo a la funcionaria del registro civil, es tasado como una exhumación que tiene un gravamen de 815 pesos.

Mensualmente se inician entre 100 y 150 actas de defunción en San Juan del Río, pero no todas corresponden a este municipio, pues también se atienden asuntos de comunidades colindantes con Tequisquiapan.
“No todos los cuerpos son enterrado en San Juan del Río, en últimos años se ha impulsado la práctica de la cremación de cuerpos; también hay quienes, por ser de otra entidad, realizan el traslado de los restos mortales a su lugar de origen”, explicó Carmen García Tagle.

Una de las alternativas que ha liberado presión sobre los panteones municipales, son los 2 camposantos particulares que, en años recientes, se instalaron en la zona oriente, además de que existen otros 17 panteones que son administrados por las delegaciones en las comunidades.

“El panteón 3 está en constante movimiento porque en la medida que se necesitan más espacios las áreas de servicios Públicos y Obras, construyen nuevas gavetas. Hay ocasiones en que se pueden abrir espacios nuevos en tierra dependiendo del aprovechamiento de los espacios que existen”, refirió Benjamín Torres.



De las casi 8 mil tumbas que hay en los 3 panteones administrados por el municipio, 20% no está al corriente en sus pagos de mantenimiento y 10% se encuentran en total abandono.

Una de las estrategias que se impulsaron por parte de la administración es reaprovechar las tumbas que están en situación de irregularidad; sin embargo, para tener la herramienta jurídica los regidores deben aprobar un Reglamento de Panteones, proyecto que no se ha concretado desde hace más de 10 años que fue presentado.

El secretario de Gobierno, Fernando Ferrusca Ortiz, explicó que otra de las alternativas que se barajan para atender la demanda de servicio en panteones, es adquirir una fracción de tierra contigua al panteón 3; sin embargo, antes de concretar la medida también se requiere que el ayuntamiento autorice la normatividad que debe regírlos.

Historia
El primer cementerio que se estableció en San Juan del Río fue el de “Los Naturales”, en donde actualmente se ubica el Jardín Fundadores, éste se mantuvo en operaciones hasta el año de 1853 cuando inició la construcción de la plaza pública.



En 1845 el Panteón del Hospital de San Juan de Dios, se convirtió oficialmente en el camposanto de la ciudad, actualmente es conocido como el Panteón 1. La tumba más antigua data del año 1812; sin embargo, no hay datos que confirmen la identidad del primer entierro.

El 24 de marzo de 1853, por orden de don Antonio García, el Templo del Calvario, que también tenía cementerio (hoy Museo de la Muerte) también se uso para dar servicio a la población. La primera persona inhumada fue doña Victorina Cervantes en 1857 y la última fue en 1971 del niño José Edgardo Landeras Layseca.