Cuba: Emprendimientos femeninos, la felicidad como objetivo

21 de Junio de 2017
Guardar
cuba-emprendimientos-femeninos-la-felicidad-objetivo
cuba-emprendimientos-femeninos-la-felicidad-objetivo
La Habana, junio (SEMlac).- Además de la motivación económica, las mujeres al frente de muchos emprendimientos económicos privados en Cuba buscan ganar conocimientos, autoestima y empoderamiento de cara a la vida cotidiana.

Alina Saborit López lo sabe bien. Líder barrial y emprendedora del proyecto "Mujeres y Desarrollo Local", en Marianao, lleva 12 años construyendo un camino para ella y otras mujeres de su entorno, en busca de incentivar el desarrollo económico, pero también de recuperar la autoestima, perdida a veces en ciclos de maltrato doméstico, o simplemente anulada por mandatos patriarcales.



"Comenzamos en el proyecto cuando mi hija tenía dos años y ya tiene 14. La idea nació en los Talleres de Transformación Integral del Barrio (TTIB) y, al inicio, eran encuentros para detectar formas de violencia contra las mujeres y buscar maneras para ayudarlas a romper con esa situación", explicó Saborit a SEMlac, durante una feria de iniciativas económicas gestionadas por mujeres, celebrada el 15 de junio en La Habana.




El encuentro, promovido por el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), se incluyó en el programa del foro permanente que convoca esa organización de inspiración cristiana y que explora nuevos instrumentos de análisis acerca de la realidad cubana y latinoamericana, estimulando el debate y la lectura sobre el contexto contemporáneo.

"Muchas mujeres violentadas piensan que ese es el pedacito que les tocó vivir y ni siquiera se lo cuestionan; ayudarlas fue el origen de este proyecto", detalló Saborit en alusión a "Mujeres y Desarrollo Local".

Más de una década después, esa propuesta se ha convertido en una iniciativa municipal, con funcionamiento de cooperativa, que cuenta con un atelier, una barbería-peluquería, zapatería y dulcería, entre otros negocios desarrollados por mujeres.

"Ha sido un proceso difícil; muchas mujeres que comenzaron se han quedado por el camino, pero se incorporaron otras. Muchas son amas de casa y partimos de explicarles que esta idea puede ser buena para ellas, en primer lugar, porque no siempre lo tienen claro, pero vamos creciendo", agregó la emprendedora de 51 años.

El desafío más importante que Saborit identifica ahora mismo es lograr más apoyo del gobierno de su localidad para conseguir locales y que la visión de sus negocios crezca.



"Queremos que sea algo más que un negocio en una casa particular. Queremos brindar servicios que sean aprovechados por toda la comunidad y ajustados a sus necesidades", precisó Saborit a este servicio.




Esa aspiración de futuro es compartida por otras de las mujeres emprendedoras reunidas por la OAR este junio, provenientes de proyectos de otros TTIB de La Habana, pero también de Viñales, en Pinar del Río; en el extremo occidental de la isla, y de Jagüey Grande, en Matanzas o Trinidad, en Sancti Spíritus, al centro del país; y de iniciativas vinculadas a los servicios de peluquería, cuidado infantil, pero también artes plásticas, manuales y fotografía.

Entre los desafíos y retos enumerados durante la jornada fueron identificados el difícil acceso a las materias primas para cualquier negocio, la situación de desventaja en que se encuentran las mujeres para aprovechar los cambios económicos que se producen en Cuba y garantizar la sostenibilidad en el tiempo de las iniciativas económicas.

También, la necesidad de capacitación y entrenamiento, pero concebidas a la medida de las necesidades de cada espacio.

"Hoy tenemos muchísimas opciones de capacitación para cooperativistas, cuentapropistas, en múltiples organismos e instituciones, pero están organizadas desde afuera, a menudo desde una perspectiva muy académica y no siempre en función de lo que las personas necesitan en sus negocios", explicó Georgina Alfonso, integrante del grupo América Latina: Filosofía social y axiología (Galfisa), del Instituto de Filosofía.

Para Alfonso, otra buena práctica sería promover intercambios entre emprendimientos similares que les permitan buscar puntos en común y generar una "cultura del trabajo cooperado y solidario", base de la economía feminista.

Laritza González, especialista de la OAR, señaló que el espacio abierto por esa organización apunta, justamente, a la necesidad identificada por Alfonso: abrir espacios de trabajo en red, promover alianzas, fortalecer intercambios mutuos, introducir elementos de la economía feminista que habla de elevar el bienestar y no el capital.

Archivado en