Las voces femeninas ganan terreno en el Vaticano

09 de Marzo de 2017
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Ciudad del Vaticano, 9 Mar (Notimex).- Las voces de connotadas mujeres ganan terreno en el Vaticano gracias a iniciativas como jornadas de reflexión y el establecimiento de un grupo femenino de estudio, que se suman a los nombramientos en cargos clave realizados por el Papa Francisco.

Esta semana el Pontificio Consejo para la Cultura presentó a las integrantes de su “consulta femenina”: un buró de profesionistas, personalidades eclesiásticas y diplomáticas, encargadas de asesorar y opinar en múltiples actividades de ese organismo de la Santa Sede.

Conformado por 37 mujeres, la mayoría italianas, sólo una de ellas es latinoamericana: Mónica Jiménez, exembajadora de Chile en el Vaticano y actual representante de su país en Israel.

Establecida el 23 de junio de 2015, la consulta se reúne formalmente tres veces al año y aunque se expresa con propuestas sobre múltiples temas, su influencia todavía se mantiene limitada al Pontificio Consejo.

“La consulta no se reúne para hablar de mujeres; lleva, más bien, a un mundo masculino una singular mirada sobe la sociedad contemporánea, estimulando la reflexión de los hombres sobre temas universales”, indicó una nota de presentación del grupo.

El mexicano Carlos Javier Díaz Vega es el enlace de parte del Consejo con ese organismo.

“Pero ellas se manejan solas, tienen total autonomía y libertad”, aclaró el sacerdote de la Arquidiócesis de Guadalajara, Jalisco, que presta servicio en el Vaticano.

“Ellas apoyan estudiando temas, son especialistas en diversos sectores. Se reúnen y dan sus aportaciones, además si conocen a otras especialistas nos acercan sus nombres, para poder entrar en contacto”, agregó Díaz Vega, en declaraciones a Notimex.

Además anticipó que se trabaja en dar una mayor representatividad internacional a la consulta, considerando incluir “a miembros por correspondencia”, sobre todo de continentes ajenos a Europa.

Esta misma semana, justo cuando se celebró el Día Internacional de la Mujer, el Vaticano abrió sus puertas a una jornada de reflexión sobre el poder transformador femenino organizado por la asociación “Voices of the faith”.

Al encuentro asistieron líderes sociales de diversos países, quienes compartieron sus historias, como Margarite Baranktise, la “madre nacional” de Burundi, fundadora de la “Casa Shalom”, y salvadora de unos 30 mil niños del genocidio en ese país africano.

En 1979, cuando apenas tenía 23 años y no estaba casada, comenzó a recibir niños ajenos. Llegó a adoptar siete. Quería enviar un mensaje claro: es posible la convivencia entre etnias, en medio de un sanguinario conflicto fratricida. Cuatro de sus hijos adoptivos eran Hutu, tres eran Tutsi.

Siete años antes, en 1972, había tenido lugar la gran masacre de los Hutu a manos de los Tutsi. Pero no se dio por vencida. “Me convertí en maestra por toda la gente de Burundi”, dijo entonces. Pensó que ella misma podía ser germen de paz.

En 1993 la tragedia volvió a abatirse sobre su pueblo, y sobre su familia. Un nuevo genocidio, esta vez a manos de la mayoría Tutsi, dejó 400 mil personas muertas. En octubre de aquel año, bandas tutsis asesinaron a 16 miembros de su familia ante sus ojos.

Más adelante, los líderes Tutsi le replicaron: “Tu eres sólo una traidora” y asesinaron a 72 personas ante sí.

Desde entonces decidió crear “Casa Shalom”, una “mansión de paz” donde se enseña a los niños a romper el círculo vicioso de la violencia, mostrarles la compasión y la comprensión.

La obra creció velozmente llegando a tener un hospital, una aldea, varias escuelas, una universidad, un cine, piscinas para esparcimiento y hasta un banco, capaz de ofrecer microcréditos.

“Todo eso ahora ya no existe”, lamentó Baranktise en entrevista con Notimex.

En 2015 se vio obligada a abandonar su país luego que algunos de “sus muchachos” salieron a protestar contra los intentos del presidente Pierre Nkurunziza, por cambiar la Constitución y modificar los acuerdos de paz firmados en el año 2000 y que garantizaban una precaria pacificación.

“Hicieron una protesta y los comenzaron a matar, o les disparaban, salí a las calles a decir que no podían matar a mis chicos, ellos quisieron arrestarme y matarme, pero me echaron, fui a Luxemburgo para pensar y volví a Ruanda, a vivir en un campo de refugiados y creé ‘Casa Shalom’ ahí”, relató.


En la actualidad permanece como exiliada, aunque el anterior presidente, Domitien Ndayizeye, la calificó como “madre nacional” y le otorgó dos premios.

“No puedo volver a Burundi, hay un mandato de arresto contra mí. Pero nadie podrá detenerme y obligarme a dejar de enseñar amor, yo seguiré adelante, el amor siempre vencerá”, aseguró.

“El Papa Francisco es un regalo, es una bendición, yo estoy orgullosa de ser católica y ahora más, porque él está dándole dignidad a los más pobres, a los oprimidos, a los sin techo, a los prisioneros, a las mujeres y a los niños”, siguió.

Y sobre el rol de la mujer en la Iglesia católica dijo: “A veces tengo reuniones con obispos y sacerdotes, a ellos siempre les recuerdo que nosotros decimos: madre de la Iglesia, ruega por nosotros; madre de Dios, ruega por nosotros”.

“Las mujeres tienen una vocación especial, si tu dejas a tu madre afuera y no le das un lugar, estás dejando afuera al amor, la ternura. Y el poder más grande en la vida es el amor”, estableció.

Durante el pontificado de Francisco, la presencia femenina se ha reforzado también con nombramientos en puestos clave: la nueva directora de los Museos Vaticanos es: Bárbara Jatta, la primera en la historia centenaria de esa institución.

La vicedirectora de la sala de prensa es la española Paloma García Ovejero y la directora de la edición española del diario vaticano “L’Osservatore Romano” es la argentina Silvina Pérez.

A ellas se suman la nueva subsecretaria de la Congregación para la Vida Consagrada y la Sociedad de la Vida Apostólica, la madre Nicla Spezzati y la presidente del Hospital “Niño Jesús”, Mariela Enoc.

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