Unas cuantas banderas mexicanas apenas asoman su destello, se mecen al compás de movimiento casi lento desde las tribunas, en donde un puñado de aficionados apoya el espadachín mexicano.Gómez entra casi ceremonioso a la pista, parece un poco nervioso, pero sabe que eso debe quedar atrás para tener victoria. Mientras el italiano Giorgio Avola, se mete más preciso, cuenta cada paso que da hasta llegar a la cita con el destino.
Se gesta el ritual inicial. Ambos se ven a los ojos y tocan sus armas. Cruzan miradas y se alistan para arrancar el asalto.
Daniel Gómez toca primero y la esperanza comienza a florecer. Casi de inmediato lo hace el italiano. Su estilo es más exquisito y puntual. Meta dos toques de un respiro y el mexicano se asombra.
El florete del italiano es más certero, los toques van bien direccionados y solo es cuestión de tiempo para conocer el momento del mexicano. Daniel sabe que es la oportunidad de mostrar su desarrollo en este deporte, el que dice, ya no está en la oscuridad, porque ya hay más mexicanos que lo practican.
Además, a nivel competitivo se tienen cada vez a mejores esgrimistas en Copas del Mundo, en justas avaladas por la Federación Internacional de la especialidad.
El reloj marca el ritmo, también juega su destino. Ambos competidores se ven forzados a seguir con más y solo es cuestión de dominio para que el italiano tome el control.
Daniel Gómez se ve lento y pierde punto a punto. Se marcan cuatro toques y su rival va en ascenso, y así uno tras uno hasta llegar a los 14. El mexicano, que se inspiró en las películas de acción para practicar esgrima, marca el quinto, pero ya es tarde para reaccionar.
Sólo uno lo separa de la derrota y un descuido se gesta la acción, el italiano consigue el del triunfo en un asalto complicado desde el inicio. Se desconcentró y tardó entrar en ritmo.
