Canadienses valoran dedicación de mexicanas en cultivo de flores

02 de Junio de 2015
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Toronto, 2 Jun 15 (Notimex).- Por su dedicación en el cultivo de flores y su responsabilidad para el trabajo, cientos de mujeres mexicanas son contratadas cada año para laborar en granjas de Canadá durante temporadas promedio de ocho meses.

Ellas vienen de distintos estados de la República Mexicana a laborar como parte del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) México-Canadá que opera desde 1974.

En 2014 un total de 19 mil 798 trabajadores (hombres y mujeres) migraron a Canadá a través del PTAT, de los cuales 75.7 por ciento fueron “nominales”, es decir que han sido requeridos por su empleador en más de una ocasión, según datos oficiales del gobierno de México.

La provincia de Ontario es una de las 10 localidades en Canadá que concentra el mayor número de trabajadores agrícolas.

En 2014 vinieron a Ontario y Manitoba un total de 10 mil 167 trabajadores, de los cuales 351 eran mujeres. A pesar de que el número de mujeres es apenas 0.4 por ciento de los jornaleros, en el último lustro ha crecido el número de jornaleras.

Entre 2011 y 2014 el número de jornaleras que vinieron a laborar a granjas de Ontario y Manitoba creció 40.9 por ciento, al pasar de 249 a 351, de acuerdo con datos del Consulado de México en Toronto.

En la granja Voogt Greenhouses, de Niagara on the Lake, cinco mujeres mexicanas son la base del cultivo de flores.

Ofelia Martínez es originaria de Oaxaca y madre de tres hijos, quienes se quedan al cuidado de su abuela durante los ocho meses que labora en Canadá.

“Mis hijos saben que debo trabajar para su beneficio y se ponen muy contentos cuando regreso a México”, dijo a Notimex esta trabajadora, quien lleva 10 años viniendo a Canadá, primero por temporadas de tres meses y ahora por ocho meses.

“Tengo tres hijos de 21, 18 y 15 años, los cuida mi mamá. Este trabajo me ha ayudado a darles estudios. Yo soy el sustento de mi familia y sólo viniendo a Canadá es que he podido sacar adelante a toda mi familia”, agregó.

Las hermanas Margarita y Concepción Galicia Chamorro fueron de las primeras mujeres que comenzaron a venir a Canadá bajo este programa en 1989.

“Hemos remodelado nuestra casa, construimos un lugar para poner un restaurante, donde trabajamos los cuatro meses que estamos en México”, dijo Margarita.

“Aquí venimos a trabajar, eso es lo único que hacemos y los patrones lo valoran, están contentos con nosotras y por eso nos piden cada año”, completó su hermana Concepción.

Las hermanas Galicia, originarias de Tlaxcala, dijeron que el hecho de no tener hijos les ha ayudado a estar tanto tiempo lejos de México, aunque tienen familia a la que ayudan económicamente.

Emiliana Guadalupe Tapia González, de Temascalcingo, en el Estado de México, viene a Canadá desde hace 26 años y ha trabajado en empacadoras de manzana y en el cultivo de flores.

“Al principio venía por cuatro meses, pero desde hace 10 años vengo por ocho meses. Casi no hablo inglés, pero entiendo algo de las instrucciones del patrón o si no, me ayuda Margarita”.

Tapia González, quien es casada y no tiene hijos, dijo que gracias a este programa de trabajo temporal gana mejor dinero y ha podido construir su casa.

Cecilia González, de Tenancingo, en el Estado de México, lleva 14 temporadas viniendo a Canadá. “Me enteré del programa porque hay otros trabajadores de mi pueblo que vienen acá. No tengo hijos, soy soltera y el dinero me ha servido para construir mi casa”, dijo.

Estas trabajadoras estarán cuatro meses en la granja de Voogh y luego se trasladarán a la grana Hunter, donde cada año las solicitan.

“Ellas son muy dedicadas al trabajo. Muchas veces ellas son los que me enseñan y valoramos su opinión”, señaló la empleadora Julie Hunter, en relación a las hermanas Galicia.

“Nos gusta cómo tratan a las plantas con mucha dedicación”, dijo por su parte el patrón Peter Voogh.

Con dedicación y entrega al trabajo las jornaleras pasan una larga temporada de ocho meses en jornadas de casi 50 horas semanales.

Sus rostros reflejan tanto la satisfacción de estar sacando adelante a sus familias, como la tristeza de no ver a sus seres queridos durante varios meses. Una ambivalencia que las acompaña durante su vida en Canadá. “Nunca nos acostumbraremos, pero no nos queda de otra”, dijo una de ellas.

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