Inicia la OSIPN Segunda Temporada de Conciertos con Sibelius y Dvorák

16 de Agosto de 2013
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México, 16 Ago. (Notimex).- La Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN) dio inicio ayer --Centro Cultural Jaime Torres Bodet del IPN-- a su Segunda Temporada de Conciertos 2013 con una recepción de bienvenida a los estudiantes que inician el ciclo escolar 2103-2014.

Programa con presencia musical de Jean Sibelius (1846-1957): "Finlandia"; y Antonin Dvorák (1841-1904): "Concierto para violonchelo y orquesta" y "Sinfonía no. 9. Del Nuevo Mundo".

Rodrigo Macías --director titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México-- fungió como director huésped; Ildefonso Cedillo --chelista principal de la OSIPN-- se presentó en calidad de concertino invitado. Sala copada de profesores, autoridades docentes, estudiantes de nuevo ingreso, familiares y público en general.

Principia el agasajo con el poema sinfónico "Finlandia" (1899-1890), del nórdico Sibelius: representante emblemático del romanticismo tardío. Gran sinfonista, es considerado uno de los más grandes orquestadores del siglo XX. Ésta, una de sus composiciones más conocidas y apreciadas.

La OSIPN asumió esta pieza con dramáticas progresiones de vientos-metal y redobles de tambores en evocación del paisaje finlandés. Irrupción de las cuerdas secundadas por vientos-madera y bizarría de trompetas. Edificación melódica de impresión nacionalista en perspicaz timbre orquestal.

Variaciones del impulso melódico del arranque que maderas y cuerdas subrayan en pasajes rápidos: cesión del famoso fragmento conocido como "Himno Finlandia" que Macías extiende en procelosa coda protagonizada por metales y percusiones. Buen prólogo de la OSIPN. Ovación.

Se extiende el convite a un segundo tiempo con el "Concierto para violonchelo y orquesta" (Allegro, Adagio ma non troppo, Finale: Allegro Moderato), de Dvorák, consumado nacionalista eslavo del siglo XIX. La aparición en el proscenio del chelista poblano Ildefonso Cedillo, provoca enardecidos aplausos.

Antonín Dvorák conformó un universo sonoro de proyección internacional. Su "Himno Patriótico" y "Danzas Eslavas" -ambas composiciones de 1873- lo llevan a ser considerado figura cardinal del Nacionalismo Musical Checo: seguidor inmediato de Bedrich Smetana (1824-1884): pionero de la escuela nacionalista checa.

Pero, es Dvorák el primer músico checo glorificado fuera de su país. 1890: invitado por Tchaikovsky viaja a San Petersburgo y Moscú a ejecutar sus obras. 1884: Miembro de Honor de la Sociedad Filarmónica de Londres 1891: recibe el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Praga y, asimismo, el Doctor Honorario de Música por la Universidad de Cambridge.

Aclamado en Europa y Estados Unidos por la "Sexta Sinfonía", "Stabat Mater", "Réquiem", "Santa Ludmila", "La Novia del espectro" o "Danzas Eslavas". Admirado por Johannes Brahms, Dvorák fue un músico muy activo en la postrimería del siglo XIX, su estancia, de 1892 a 1895, en Estados Unidos fue determinante en su carrera.

Se escuchó a una OSIPN minuciosa en las elucidaciones de una obra esencial en el repertorio de violonchelo. El compositor bohemio-checo la estrena en Londres --marzo, 1896--: el británico Leo Stern (1862 - 1904), solista; Dvorak tutela la orquesta: inmediato reconocimiento.

I. "Allegro": OSIPN en largo prefacio. Exposición los tópicos melódicos principales antes de la entrada del solista. Desarrollo variado de las tramas melódicas por parte del concertino que precede la refulgente intervención de toda la orquesta. Solos espléndidos del violonchelo en alternancia con maderas. Sugerente atmósfera. Remate glorioso bajo los influjos de un exaltado director.

II. "Adagio ma non troppo": Vientos-madera suscriben el expresivo tema principal que Cedillo se "roba" con resuelto y axiomático glosario interpretativo. Intensidades. Lenitivo canto orquestal en la parte media. Solo de violonchelo secundado por flautas. Vuelta al tema principal. Trompas que conducen a la orquesta a un escalonado silencio.

III. Rondó que accede a una alegre marcha. Demostración técnica del solista: vibrante dueto con el primer violín. Cadencia descendente: recuperación de temas preliminares. Trombones en escoltas de sugerentes ´glissandos´. Tutti orquestal agudo y tempestuoso.

Dilucidación cabal de la OSIPN: conductor de precisa batuta: conocedor del cosmos dvorákiano. Ovación cerrada. Tres salidas de Ildefonso Cedillo.

Intermedio. Notimex se acerca al joven estudiante de nuevo ingreso, Alfredo Lomepintio, quien comentó: "Sí, me gusta la música clásica, no la escucho mucho, pero me agrada. Voy a estudiar computación. Esta presentación me estimula a visitar, con más frecuencia las salas de concierto. Lo que escuché me pareció interesante, sobre todo algunos pasajes de las flautas y el violonchelo solista".

Tercera llamada. Tercer tiempo. Regreso de Dvorák con uno de sus trabajos más conocidos: "Del Nuevo Mundo": Op. 95: "Sinfonía No. 9 en mi menor" (Adagio-Allegro molto, Largo, Scherzo: Molto vivace, Allegro con fuoco).

Una de las texturas más populares del repertorio posromántico/nacionalista, que Antonin Dvorák concibió a partir de una petición de Jeannette Thurber, mecenas fundadora del Conservatorio Nacional de Música con sede en Nueva York. Dvorák fue director de esa institución durante dos años (1892-1894), por postulación expresa de la señora Thurber.

El 16 de diciembre de 1893 la Filarmónica de Nueva york, bajo batuta del maestro Anton Seidl, estrenó en el Carnegie Hall la sinfonía que nos ocupa.

"Temas originales imbuidos de las peculiaridades de la música indígena, los he desarrollado con todos los recursos modernos de ritmo, armonía, contrapunto y color orquestal", puntualizó el músico checo como repuesta a las críticas por la falta de legitimidad de las ideas temáticas, conformidades y sonoridad manejadas en su Sinfonía No. 9.

Cuatro movimientos en simetría (dos resueltos/rápidos en los extremos; lento y Scherzo con trío en la distribución interior) que repite el modelo beethoveniano de equilibrio estructural sinfónico (de la 1 a la 8: recordar que el autor de Fidelio realiza permutas sustanciales en la "Novena").

Adagio de tensa tranquilidad interrumpida por una apelación de las cuerdas que encuentra réplica en la fuerza de timbales y vientos hasta la irrupción del motivo danzante del Allegro que será el leit motiv de la sinfonía.

Uno de los fragmentos más perfectos y fascinantes de la música de concierto occidental: segundo movimiento: Largo, gobernado por un lirismo que el corno inglés edifica desde doloroso y dulce canto. Movimiento seductor de arropante hermosura en el que flautas y oboes configuran conformes de vigoroso recogimiento.

Menguadas mutaciones de las cuerdas en melancólicas rotaciones del Allegro que remata con "tutti" categórico del motivo danzante en sugestiva brevedad. Atmósfera desolada que los metales acogen en un "diminuendo" absorbente para cerrar el movimiento.

Scherzo que nada tiene que ver con zapatees de "pieles rojas" como muchos han dicho; sí, una danza de vivo colorido con ciertas reminiscencias americanas en el trío. Aparición del motivo del Allegro inicial en traslaciones que se convierten en coda de este vivaz tercer episodio.

Allegro con fuoco, cuarto movimiento, de raigambre muy popular que los metales de la OSIPN exponen con arrobada solemnidad. Clarinete enunciando motivaciones líricas de tristeza manifiesta hasta que surge un subtema dancístico, suerte de marcha, de arrojada animación instrumental.

Final dvorákiano brillante, resplandeciente y equilibrado sin carga dramática gratuita. La OSIPN da muestra de oficio depurado, a pesar de un tercer movimiento con algunos cambios de valores en el compás y, quizá, apagado "brío romántico" en el cuarto movimiento.

Rodrigo Macías muy bien, sobre todo, en los pasajes de los solos instrumentales. Obra maestra indiscutible del sinfonismo posromántico perfectamente interpretada por una OSIPN en una de sus mejores presentaciones. Aclamación total.

Encore: "Mambo de Politécnico", del cubano-mexicano Dámaso Pérez Prado (1916-1989). Macías invita a los asistentes a cantar y a bailar. Metales en polirritmia alborotadora. Tonos en redobles provocadores. Cuerdas en contracciones danzoneras fascinantes.

"¡Welum welum gloria! / ¡A la cachi cachi porra porra! / ¡A la cachi cachi porra porra! / ¡Pin pon porra! / ¡Politécnico politécnico politécnico...!": la algarabía se anegó en el recinto. Anochecida inolvidable: inicio de las actividades docentes en el IPN. Enhorabuena.

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