Falso ideal

14 de Agosto de 2013
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Las veo y no lo creo. Desfilan mujeres ante mis ojos con alas de ángeles. Y no son las alas lo que llama mi atención. Lo que me deja boquiabierta son sus piernas. ¡Son cadavéricas!

Se trata de un desfile de modas organizado por una marca de lencería de fama mundial. Pero es mucho más que una estrategia de venta de lencería. Es una propuesta de belleza para las mujeres.

Y ahí es donde me quedo estupefacta. Porque puede o no gustarme la ropa que me ofrece. Pero me parece una aberración que proponga que las mujeres debemos vernos cadavéricas para lucir su lencería.

¡Y claro que es lo que propone! ¿Por qué la marca no contrata modelos con cuerpos más cercanos a la realidad de la mayoría de las mujeres?

Al contratar mujeres cadavéricas, el mensaje es: la lencería luce divina en mujeres como éstas. Si quieres verte divina con nuestra lencería tienes que verte como estas mujeres.

Y luego nos preguntamos cómo es posible que la anorexia y la bulimia sean enfermedades de nuestro tiempo.

En el fondo de estas propuestas hay un enorme rechazo al cuerpo de las mujeres. Hay un constante mensaje de que estamos mal hechas, de que somos fallidas tal y como somos. Y, no importa cómo seamos, de cualquier forma estamos mal.

Y legiones de mujeres asumen que vale la pena cualquier costo que se pague por alcanzar ese ideal. Da igual si se compromete nuestra salud y bienestar. El fin justifica todos los medios.

Evidentemente la marca de lencería no es la única que propone este ideal de belleza. Muchas otras marcas lo hacen. Y uno de sus aliados más poderosos es el photoshop.

Las imágenes en las revistas de modas proponen figuras de mujeres inexistentes, irreales, que las y los consumidores aceptan como reales.

Desde luego, en la comparación siempre perdemos. Acaso, ¿de eso se trata?

Un día me llegó un mensaje por una red social. Un fotógrafo buscaba a mujeres de tez blanca, talla tres, para que posaran como modelos de ropa de embarazo. Él proporcionaría “la panza artificial”.

Una de las mujeres que contestó el mensaje le preguntaba por qué no convocaba a mujeres embarazadas; a lo que el fotógrafo respondió: “Porque la cara de una mujer embarazada se ve más gordita”.

¡Proponer la irrealidad como si fuera la realidad es un fraude! Pero nos lo creemos completito.

Y podemos morir en el intento de conseguir algo ¡que es falso!
En medio de esa locura se van escuchando voces sensatas y amorosas con las mujeres, con sus cuerpos, con su salud, con su bienestar, con su autoestima.

En algunos países se ha prohibido contratar a mujeres que tengan un peso o unas medidas consideradas poco saludables. Asimismo he escuchado propuestas para eliminar las tallas cero, uno, dos, tres, y redefinirlas a partir de parámetros reales.

Otras marcas han realizado esfuerzos para mostrar los cuerpos de mujeres reales en sus anuncios.

Y también hay proyectos independientes fotográficos, académicos y artísticos que buscan mostrar la diversidad en la realidad corporal de las mujeres, o que pretenden que las mujeres se sientan bien con sus cuerpos, con su edad.

Necesitamos abrir bien los ojos y el corazón, no sólo para desenmascarar la falsedad y la locura, sino para tratarnos con el amor y respeto que nos merecemos, justo y precisamente por ser las mujeres que somos.

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