Vigente el legado del arqueólogo británico Howard Carter

08 de Mayo de 2013
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México, 8 May. (Notimex).- Considerado uno de los más importantes y famosos arqueólogos de la historia, el egiptólogo británico Howard Carter tiene un sitio privilegiado en la memoria colectiva, no sólo por su descubrimiento de la tumba del joven faraón Tutankamón, sino por la "supuesta" maldición que cayó sobre él y su equipo.

No obstante, el propio Carter, quien murió por causas naturales 17 años después del hallazgo, se encargó de desechar esa idea pues cada que le mencionaban el asunto, aseguraba que "todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas".

"Los antiguos egipcios, en lugar de maldecir a quienes se ocupasen de ellos, pedían que se los bendijera y dirigiesen al muerto deseos piadosos y benévolos... Estas historias de maldiciones, son una degeneración actualizada de las trasnochadas leyendas de fantasmas...", solía decir Carter, según cita una de sus biografías.

Howard Carter vino al mundo en Kensington, Inglaterra, el 9 de mayo de 1874, aunque hay fuentes que lo ubican el mismo día de 1873.

Su infancia y adolescencia transcurrieron en la pequeña aldea de Swaffham, en el condado de Norfolk. Hijo del talentoso retratista John Carter, el pequeño Howard fue un niño enfermizo que asistió poco a la escuela, sin embargo en este periodo fue instruido por su padre en las técnicas del dibujo.

Según la biografía del egiptólogo publicada en el portal "historia-antigua.com", gracias a la colección de la familia Amherst, para quien trabajaba su padre, Howard conoció la cultura egipcia y al famoso egiptólogo Percy E. Newbarry, quien lo contrató como dibujante de sus campañas en Egipto, las cuales patrocinaba la Egypt Exploration Fund (EEF).

Luego de una breve estancia y entrenamiento de tres meses en el British Museum de Londres, Carter se embarcó con Newberry rumbo a Egipto, país donde se dedicó a copiar escenas y textos de algunas tumbas de la necrópolis del Imperio Medio en Beni Hassan.

Tiempo después se trasladaron a los yacimientos de Bersheh, donde tuvo la oportunidad de dibujar libremente; contorneó las figuras y añadió detalles interiores siempre que fuera posible, técnica que se convirtió en el estándar de la EEF, que hasta el momento manejaba un sistema en el que se perdían los detalles.

En 1891, a los 17 años, Carter llegó a Tell el-Amarna, bajo las órdenes del gran egiptólogo Flinders Petrie, para quien creó varios dibujos de la tumba real de Amarna, que fueron publicados en el periódico británico "The Daily Graphic".

Luego de superar la muerte de su padre, ocurrida en 1892, el joven dibujante volvió a trabajar en Beni Hassan con Newberry, al mismo tiempo que fue el dibujante oficial de las excavaciones británicas del Archaeological Survey.

De acuerdo con la fuente, en 1893, trabajó con el egiptólogo suizo Eduard Naville en el templo de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari, donde permaneció seis años copiando magníficos relieves y mejorando sus técnicas de excavación y restauración, hasta que en 1899, Gaston Maspero, director del Servicio de Antigüedades Egipcio, le ofreció el puesto de Inspector General de Monumentos del Alto Egipto y Nubia.

Con tan sólo 25 años, Howard Carter se había convertido en uno de los egiptólogos más famosos de la época y fue partícipe de algunos importantes descubrimientos, tales como una cámara asociada al complejo del templo funerario del rey Mentuhotep II.

En los años siguientes, el joven egiptólogo trabajó como excavador para el millonario norteamericano Theodore Monroe Davis en el Valle de los Reyes y en 1905 dejó de ser parte del Servicio de Antigüedades.

La biografía de Carter disponible en el portal "biografiasyvidas.com" señala que en 1909 comenzó a trabajar en la necrópolis tebana para lord Carnarvon; allí descubrió cinco tumbas reales, tres de ellas asociadas con los faraones Montuhotep, Amenofis I y Tutmosis IV, y dos vinculadas con la reina Hatshepsut.

A principios de los años 20 del siglo pasado obtuvo permiso para excavar en el Valle de los Reyes, donde tras varias campañas infructuosas, el 5 de noviembre de 1922, a cuatro metros de la tumba de Ramsés II, descubrió la tumba de Tutankamón, faraón de la XVIII dinastía asesinado a los 18 años, en el siglo XIV antes de Cristo.

Cuatro meses después de abrir la tumba, una misteriosa enfermedad, causada según parece por una picadura de mosquito postraba al lord Carnarvon, quien murió el 6 de abril de 1923, lo que detonó en los medios la versión de la maldición de Tutankamón.

Aunque sí hubo muertes a las que se les vio como inexplicables, un estudio mostró que de las 58 personas que estuvieron presentes cuando la tumba y el sarcófago de Tutankamón fueron abiertos, sólo ocho murieron en los siguientes 12 años. Todos los demás vivieron más tiempo, incluyendo al propio Howard Carter, que murió el 2 de marzo de 1939.

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