Presenta OFCM programa con obras de Wagner, Rajmaninov y Lutoslawski

04 de Marzo de 2013
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México, 4 Mar. (Notimex).- La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) ofreció, el pasado fin de semana, una recepción filarmónica ---Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY)-- basada en la ejecución de composiciones del alemán Richard Wagner (18131883), el ruso Sergei Rajmaninov (18731943) y el polaco Witold Lutoslawski (19131994).

Función concertina bajo la batuta del director artístico José Areán, que contó con la presencia del intérprete rumano Andrei Licaret como pianista invitado.

Interpretaciones del "Preludio al Acto I de la ópera Lohengrin", del carismático autor de "Tristan e Isolda", Richard Wagner (Bicentenario de su natalicio); "Concierto para piano y orquesta no. 2 en do menor", Op. 18, del pianista realizador de espléndidas transcripciones de Paganini (capricho No. 24), el "último gran virtuoso romántico", Sergei Rajmaninov; y "Sinfonía No. 3", de Witold Lutoslawski a quien se le rinde tributo por el centenario de su nacimiento.

Inició la gala con "Preludio al Acto I de la ópera Lohengrin": entrada de una sugerente melodía que trazan los violines escoltados por fagotes, clarinete, flauta y piccolo. Violonchelos y contrabajos enriquecen el motivo armonioso, que se acentúa con metales y percusiones.

Melodía lánguida, de reflujos letánicos en una suerte de circularidad que redunda en los conformes iniciales: cristales tímbricos, prosecuciones suspendidas que las cuerdas nutren para suscribir un final de lenitiva enunciación. Diez minutos wagnerianos de fluidas, sutiles y mágicas evocaciones que la OFCM supo vislumbrar con acertado timbre.

Dio continuación el recital con el ineludible "Concierto para piano y orquesta No. 2", del siempre estimado Rajmaninov. El pianista convidado de Bucarest, asume el primer movimiento (Moderato) con precisión en los conformes para darle entrada a los violines que dibujan el motivo melódico que el piano retoma y los chelos, en conjunciones balanceadas, sospesan con incitante prosodia.

Adagio sostenuto que la flauta preludia en clamores delicados y pianista en clústeres de sublimidad arropante. (Escuchar este movimiento es prueba de toda la deuda, por ejemplo, del pianista de jazz Bill Evans con Rajmaninov). Silencios y pausas en el interludio hasta la incorporación de los violines con variaciones del motivo melódico inicial.

Allegro scherzando en el que Licaret hizo apoteosis. Diálogo instrumental lúdico. Raíces románticas exaltadas que el solista asumió con temperamento diligente. Axiomáticos reflujos de Sheherezada. (¿Gershwin anda por ahí?). La poética Rajmaninov se apoderó de la sala: publico en vilo. Innegable la belleza de este concierto, el más popular del catálogo del autor del grandioso "Estudes-Tableaux".

Palmoteos y bravos! efusivos. Cuatro salidas al proscenio del intérprete rumano. Encore: Cuarto movimiento de la "Tercera sonata para piano", de Chopin: otra cerrada ovación de los asistentes.

Intermedio. Jóvenes, padres de familia con su prole, parejas de enamorados, estudiantes de música y melómanos conversaban animados en el vestíbulo.

"El pianista es muy bueno. Ya se había presentado aquí y ejecutó algo de Beethoven. Una conoce tan bien este concierto que se da cuenta del virtuosismo de este pianista rumano que nos puso a todos en vilo, sobre todo en el tercer movimiento", comenta la académica Catherine Renzi Troncoso para Notimex.

Continuación de la velada con "Sinfonía No. 3", del músico polaco homenajeado por sus cien años. Lutoslawski en una obra que más que todo, es un despliegue de "contrastes sonoros" que comienza reiterativamente con la nota "mi" esparcida en el lienzo melódico/armónico con referencias al preludio de la Quinta de Beethoven, como bien ha observado el crítico musical estadunidense de la revista "The New Yorker", Alex Ross.

Circunstanciales motivos melódicos que estructuran un discurso orquestal de atractiva consonancia aleatoria que la OFCM hilvanó con propiedad, bajo la conducción de un Areán de inclinado entusiasmo por la música contemporánea.

Interpolaciones de mudas temáticas sugerentes que se balancean entre la brevedad, el tutti orquestal y los encadenamientos de dibujos rítmicos de rumorosa fonología.

Estrenada en 1983 por la Orquesta Sinfónica de Chicago, esta pieza de Lutoslawski cerró de manera espléndida la recepción de la OFCM el pasado fin de semana.

Se anunció el próximo programa (sábado 9 y domingo 10 de marzo): obras de Wagner, Hindemith y Brahms. Director huésped, el israelita Avi Ostrovsky. Agasajo, noble regalo de la OFCM que ningún amante de la música clásica puede desestimar.