Cuando flaquean las certezas

21 de Febrero de 2013
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¿Para qué reflexionar teóricamente respecto a la igualdad entre mujeres y hombres? Algunas y algunos dicen que es un absurdo porque no hay manera de ser iguales. Y confunden la diferencia con desigualdad.

Otras y otros dicen que ya somos iguales y comienzan con la retahíla de los espacios en los que las mujeres somos visibles, así seamos sólo las dos de la foto. En Monterrey me dieron una respuesta distinta.

El Instituto de la Mujeres de Nuevo León y la Universidad Autónoma de esa misma entidad organizaron el seminario “Ni más, ni menos: ¿Iguales?”, que se llevó a cabo del 12 al 15 de febrero.

La temática: categorías políticas de la modernidad; agenda ilustrada; sufragismo; agenda global; feminismo y modelo de democracia; discursos reactivos; políticas de igualdad; democracia y religión.

Las ponentes: mujeres con fama pública extraordinaria en el mundo de habla hispana. Las filósofas españolas Amelia Valcárcel, una de las feministas más importantes de nuestra época, y Alicia Miyares, asesora de género en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que dio pasos importantes en materia de igualdad.

Las comentaristas: mujeres con prestigio indiscutible en el ámbito político o académico, o ambos, como Marcela Lagarde, Dulce María Sauri y Adriana Ortiz.

Durante cuatro días me sumergí, junto con las mil personas que asistimos presencialmente al seminario, en la magia de las ideas cuando están bien plantadas, en la belleza de la ironía cuando surge de mentes brillantes, en la claridad de los conceptos pronunciados con la voz suave de Amelia, en la pasión de los ojos de Alicia cuando explica sus ideas, en la elocuencia de Dulce y Adriana, en la sabiduría de Marcela, en la contundencia con que todas expresan sus convicciones.

No le pregunté a María Elena Chapa, la principal responsable de este encuentro e impecable organizadora de semejante seminario, para qué hablar de igualdad ahora.

Y vaya que fue grande el eco: no sólo había mil personas en ese espacio, sino que se transmitió en vivo y en directo a la Universidad Nacional Autónoma de México y a varios países de Centro y Sudamérica.

Me quedaba claro que fuera ella la promotora de este encuentro. Finalmente ella dirige desde hace varios años el Instituto Estatal de las Mujeres, ha sido artífice en primera línea de las cuotas de género en la política nacional, y tiene credenciales en la lucha por la igualdad que la acreditan entre sus contemporáneas.

Pero me quedaba la semilla de la duda de por qué ahora volver a las ideas, a los conceptos clave, a la filosofía más que a la estrategia, a la teoría más que a la práctica, a los porqués más que a los cómos.

Sin embargo, conforme fue desenvolviéndose el seminario, como alcachofa que disfrutas toda hasta llegar al corazón, fue teniendo sentido para mí.

Recordé lo que dice la también filósofa española Victoria Camps: cuando flaquean las certezas tenemos que volver la mirada a las convicciones.

Y eso es lo que organizó María Elena Chapa de la mano de estas mujeres extraordinarias.

Un evento que nos permitió mirar de frente a las convicciones para no perdernos entre tanto tiradero y desazón. Nos permitió tomar aire y recobrar aliento. Nos permitió reconocer que somos la utopía de nuestras ancestras y que debemos continuar el trabajo para hacer realidad nuestra propia utopía: todos los derechos para todas las mujeres todo el tiempo. Ni más, ni menos: Igualdad.

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