Hoy por mi

06 de Diciembre de 2012
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Para la mayoría de los seres humanos la necesidad de pertenencia es de suma importancia para lograr un óptimo desarrollo emocional. Las afiliaciones forman parte de la socialización de las personas.

En las mujeres el sentido de identidad femenina se organiza a partir de la capacidad de crear y mantener relaciones, por lo que muchas de ellas pueden vivir la pérdida de una relación como algo semejante a la pérdida total de su identidad.

Esta estructura psíquica puede generar conflictos emocionales como depresión cuando se relaciona con la sensación de pérdida del vínculo con las y los otros, y se presenta con mayor frecuencia en las mujeres, aunque también existen hombres que reportan haber experimentado esta sensación.

Para las mujeres los vínculos llegan a ser tan importantes que cuando peligran o se pierden la tendencia es a hundirnos en una profunda depresión y desesperación.

La explicación que podemos darle a la sensación profunda de depresión, parte de la base de que todas y todos empezamos la vida vinculándonos a las personas que tenemos alrededor. A los niños –como bien apunta Jean Baker Miller– “se les estimula a salir de este estado de su existencia en la que ellos y su destino se entretejen con las vidas y el destino de otras personas”.

A las mujeres desde niñas se nos incita a permanecer vinculadas a las personas que nos rodean, para que al crecer desplacemos en la mayoría de los casos ese apego a una figura masculina.

Estamos acostumbradas y acostumbrados en nuestra sociedad que a los niños se les recompense cuando desarrollan otros aspectos como el poder y las destrezas que van restándole importancia poco a poco a las afiliaciones hasta que llegan a superarlas.

No hay duda de que las mujeres también nos desarrollamos y cambiamos, sin embargo, a diferencia de los varones, en las mujeres desarrollar otros aspectos no elimina el valor que tiene el apego a las y los demás.

Como mujeres podemos desarrollarnos en muchos aspectos y al mismo tiempo, seguir otorgando un gran valor a nuestros vínculos afectivos, porque a nosotras nos enseñaron que el amor y por tanto nuestros vínculos, son el eje fundamental de nuestras vidas, como menciona Fina Sánz.

Corremos el riesgo de aceptar cualquier tipo de relación con tal de cubrir esa necesidad de pertenencia y de afecto.

Es por ello que cuando una mujer termina con una relación de cualquier índole que está basada en el modelo de dominio/subordinación, ve mermada su existencia, lo que puede provocarle conflictos emocionales que pueden llegar a ser profundos y lastimar aún más su autoestima.

El problema no es tener y querer satisfacer nuestra necesidad de afiliación y de amor, porque la afectividad es básica en cualquier ser humano, el problema surge cuando nos olvidamos de nosotras mismas y lo que menos hacemos es darnos amor y tratarnos con respeto.

Esta falta de amor a sí mismas y no saber dar y recibir amor puede hacer que las mujeres sufran porque no pueden relacionarse aunque lo deseen, o porque se relacionan mal con costos emocionales muy elevados.

No se puede dar lo que no se tiene, sin embargo, las mujeres tendemos a dar a las y los demás aquello que no nos damos a nosotras mismas, y esto además de ser provocado por el mandato social de ser y estar para las y los demás, está atravesado por la falta de respeto a nosotras mismas.

Si la mujer no se ama difícilmente podrá aceptar ser amada sin tener que dar nada a cambio. No le será fácil creerlo y en el fondo estará siempre a la expectativa de ser abandonada por considerarse poco valiosa.

El riesgo que corre una mujer que no se siente digna de amor es crear dependencias con quien le ofrece ese “amor” porque se sienten halagadas o deslumbradas ante el hecho de gustarle o atraerle a alguien.

He aquí la importancia del proceso de psicoterapia para que las mujeres logren encontrar las raíces de su baja autoestima, de la sensación de no merecer amor y de no sentirse valiosas, derivando en el establecimiento de relaciones afectivas donde imperen los malos tratos y abusos de toda índole por la necesidad de estar con alguien.

Todas y todos necesitamos afiliarnos para amar y ser amadas y amados, porque de eso dependerá nuestro equilibrio emocional y la calidad de vida que queremos.

Como mujeres tenemos la gran responsabilidad de comprometernos a que el vínculo más importante en nuestras vidas sea aquel que primero establezcamos con nosotras mismas desde el respeto, amor y cuidado para establecer con las y los demás relaciones más sanas.

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