Dilma Rousseff: de la guerrilla a la presidencia de Brasil

19 de Mayo de 2015
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Brasilia, 19 May 15 (Notimex).- El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil se reunió el 17 de febrero de 2010 para celebrar su IV Congreso y, como parte fundamental de la agenda, sus más de mil 300 delegados debieron tomar la decisión histórica de sacar adelante la candidatura presidencial de Dilma Rousseff como sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva.

Por primera vez desde su fundación en febrero de 1980, bajo la represión militar y en condiciones económica y laboralmente desfavorables que se manifestaban en el cinturón industrial de Sao Paulo conocido como el ABC, esa formación política concurrió a un ritual partidista diferente a otros.

En ese encuentro, el candidato presidencial no sería nuevamente Lula, su más carismática e indiscutible figura, nueve veces líder nacional y en cinco ocasiones –derrotado en tres- abanderado al primer cargo de la nación.

Semejante decisión no impidió que el asunto fuera zanjado de modo expedito: el 20 de febrero por la mañana, José Eduardo Dutra, presidente del PT, preguntó a una asamblea de delegados electos en todo el país si apoyaban a la “compañera Dilma” como su candidata.

Los dedos se levantaron sin que se contaran los votos en contra o las abstenciones, en una decisión tomada por aclamación, indicando así que ésta era refrendada por los convencionistas del PT.

Desde ese momento, la candidatura de Dilma Rousseff no fue discutida ni cuestionada dentro del partido, sin que ninguna de las diez corrientes internas -ni las más radicales-, la disputara, sin celebrar primarias, organizar debates internos o llevar a cabo elecciones entre la militancia.

Se trataba, por decirlo de algún modo, de una candidatura de “unidad” para enfrentar al abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra, gobernador de Sao Paulo, impulsado por el sociólogo Fernando Henrique Cardoso, dos veces mandatario, entre 1994 y 2002.

La elección de Rousseff -exministra de Energía y jefa de gabinete-, fue hecha por Lula, basándose en una popularidad presidencial superior al 80 por ciento, resultado de un liderazgo indiscutible dentro del PT, sin que quedara que claro si, tras su victoria del 31 de octubre de 2010, ella tendría luz propia y si el lulismo sería capaz de iluminar su camino.

Electa con el 56 por ciento de los votos, Dilma, a diferencia de Lula, no provenía del sindicalismo ni de ninguno de los otros movimientos sociales que dieron origen a ese partido, con una trayectoria política transcurrida en la burocracia, sin nunca ocupar cargos de elección popular.

Para la mayoría de los medios brasileños –enfrentados ferozmente al gobierno desde 2003- Dilma siempre había sido una tecnócrata mal encarada, sin carisma, dura, enérgica, autoritaria y arrogante, aunque valiente, culta, inteligente, competente, preparada, puntual y trabajadora.

Su participación en la oposición armada a partir de 1968, haber sido presa política, torturada y liberada tras permanecer casi tres años detenida, le dieron un halo heroico de Juana de Arco que ella, con modestia, inteligencia y en silencio, usó para redefinir su vida, para así comenzar de nuevo.

Hija de la profesora brasileña Dilma Jane Silva y del migrante de origen búlgaro Pétar Russév, quien modificó su apellido tras una residencia de 15 años en Francia antes de llegar a Brasil, Dilma Vana Silva Rousseff nació en Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, el 14 de diciembre de 1947, después de concluir el régimen del Estado Novo fundado por el presidente Getúlio Vargas en 1930.

Educada formal y sólidamente en escuelas de óptimo nivel, Dilma comenzó a involucrarse en política estudiantil en 1964, a los 17 años, luego del golpe de Estado del 1 de abril de ese año, cuando se instaló en Brasil una dictadura militar que mantendría al país en el autoritarismo cesarista hasta el 21 de abril de 1985.

Se convertiría en militante activa del grupo Política Operária (Polop) y, cuando el régimen militar se endureció en diciembre de 1968 con la promulgación del Acto Institucional 5 que, sin más, cercenaba los derechos ciudadanos y los caminos para actuar por la vía democrática se cerraban, como otros jóvenes radicalizados ante la represión, Dilma Rousseff concluyó que, sólo a través de la vía armada, se podían conquistar las metas a que aspiraba.

Bajo la guía de su maestro Apolo Heringer Lisboa, se preparó teóricamente en el Colegio Estatal Central de su ciudad natal, con la intención de asumir el marxismo y la vía revolucionaria para derrotar al régimen dictatorial y conquistar la adhesión de las masas, como lo idealizaban sus compañeros de militancia, para quienes ella tenía desenvoltura, capacidad excepcional y un liderazgo indiscutible.

Su grado de participación dentro de la organización guerrillera Vanguardia Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares) nunca ha quedado claro, aunque la mayor parte de quienes la conocieron afirman que no intervino en acciones armadas y que su papel fue meramente político.

Newton Fernándes, estudioso de los movimientos guerrilleros surgidos en Brasil a pocos años de establecido el gobierno militar, afirma que Dilma fue una de las mejores estrategas, diseñando los esquemas tácticos instrumentados en la época.

En aquellos años, también fue conocida en la clandestinidad como Mineirao, Estela, Luiza, María Lúcia, Marina, Patricia y Vanda, entre otros alias, participando directa e indirectamente en la compra de armas, además de administrar y distribuir el dinero recaudado de diferentes maneras.

Al intensificar sus actividades en 1969, la VAR-Palmares planeó secuestrar a un ministro de la dictadura, aunque ella negó cualquier intervención, hasta que, el viernes 16 de enero de 1970, Dilma fue detenida en el centro de Sao Paulo por agentes de la Operación Bandeirantes movilizados para su captura.

Llevada a las mazmorras del Departamento de Orden Interno, torturada con golpes, colgamiento en el “pau de arara” y descargas eléctricas en el cuerpo durante tres semanas, como lo narró en estremecedor testimonio dado a conocer en 2003 al periodista Luiz Maklouf Carvalho, editor de la revista “Piauí”, Dilma Vana Silva Rousseff fue sentenciada inicialmente a seis años de prisión en el penal paulista de Tiradentes.

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