El PT de Brasil se quedó sin sus bases históricas

12 de Abril de 2015
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Brasilia, 12 Abr 15 (Notimex).- Con un Brasil convulsionado políticamente por errores que el gobierno ha aceptado luego de las manifestaciones del 15 de marzo pasado, ha quedado al descubierto que hay una izquierda que hoy no se siente representada, ni por el Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff, ni por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Aécio Neves.

Esa izquierda militante y participativa no intervino en ninguna de las caceroladas efectuadas durante las dos grandes manifestaciones del 13 y 15 de marzo, en favor y en contra del gobierno; sin embargo, es políticamente activa en varias áreas y tiene un fuerte poder de convocatoria en las redes sociales.

Así lo estima Ricardo Luges, especialista en medición de encuestas, quien dice no poder precisar el tamaño de esa convocatoria; pero “no es despreciable por tratarse de un electorado que votó no solamente dos veces por Luiz Inácio Lula de Silva, en 2002 y 2006, sino que también lo hizo por él en 1990 y 1994”.

A estas alturas –apunta Luges- esa franja dejó de votar por el PT, como los jóvenes que están en movimientos no partidistas, quienes, por causas específicas, señalan lo que debería preocupar a la organización fundada por Lula da Silva hace 35 años, cuando podría ser su base; pero la ha perdido.

Hay otra parte de la izquierda que no golpearía cacerolas contra Dilma Rousseff; pero tampoco la defendería, asunto que expone el fracaso del PT, que ya no representa lo que simbolizaba en el pasado.

El experto establece que, en algún momento, independientemente del escándalo del llamado “mensalão” de 2005 –entrega mensual de dinero del oficialismo petista a legisladores de oposición para votar por las iniciativas de Lula-, y de la “Operación Lava Jato” de 2014 que descubrió la corrupción en Petrobras, el PT se quedó sin sus bases históricas.

“El PT –añade- mezcló pragmatismo y arrogancia, y es posible que haya dejado de entender a Brasil, envejecido de la peor manera: con los cimientos de su origen asentados en un contexto histórico que ya no existe”.

Otros analistas destacan que, ante el incierto panorama actual, la apuesta política perdida por la izquierda social brasileña necesita que la economía vaya siempre bien, pues cuando los números van mal, el optimismo desaparece.

Se quedan perplejos cuando observan que los líderes del PT, incluido Lula da Silva, se preguntan, aunque retóricamente, por qué han perdido la iniciativa en los grandes mítines y manifestaciones en las calles de Brasil.

“La han perdido porque el PT gira en falso, y no porque lo hayan expulsado de las calles, sino porque se le ha olvidado caminar por ellas, o peor aún: creyó que ya no las necesitaba”, refiere Ricardo Luges.

En ese contexto, Dilma Rousseff solamente es el personaje trágico de la historia reciente de Brasil, porque en algún momento, Lula, con el aval explícito o no de los demás petistas, pensó que podía designar a una presidenta a la que no le gusta hacer política.

“A corto plazo –dice Luges- acertó; pero con el tiempo confirmamos que Dilma no tiene carisma ni manejo real de las situaciones, y tampoco tiene sentido quedarse repitiendo que sólo los ricos de Sao Paulo golpearon las cacerolas, y basta un pequeño ejercicio de observación para constatar que también hubo caceroladas en los suburbios pobres de las grandes ciudades”.

Un documento de coyuntura del Instituto Brasileño de Estudios Sociales (IBES) de Río de Janeiro estima que, aunque las cacerolas hubiesen sonado solamente en los barrios ricos y de clase media, no es un bueno descalificar sin mayor trámite a quienes protestan.

“Todos tenemos derecho a protestar en una democracia –dice el IBES-, y lo único inaceptable es insultar llamando “vaca" a la presidenta Rousseff, no sólo porque es fundamental respetar su cargo y a aquéllos que la eligieron, sino también porque no se le puede llamar así a una mujer”.

“Esos insultos –resume la institución académica- indican una ruptura del pacto político que hay o debe haber entre ciudadanos, y si ocurre lo contrario, es que en Brasil se ha llegado al desmantelamiento de todo vínculo social civilizado”.

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