Aumenta arribo de menores extranjeros no compañados a Italia

30 de Octubre de 2014
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Roma, 30 Oct (Notimex).- Parten hacia Italia con expectativas exageradas -muchas veces alimentadas por los traficantes que los convencen a dejar sus países de origen- y se embarcan en una travesía del Mediterráneo que los marca para siempre.

El lugar de arribo es generalmente algún puerto siciliano, donde la policía suele identificarlos y enviarlos a los llamados centros de primera acogida para que aprendan el italiano y sean sometidos a exámenes médicos y psicológicos, antes de ser conducidos a alguna comunidad en la que podrán estudiar.

Se trata de los llamados menores extranjeros no acompañados, cuyo número tiende a aumentar año con año y que ahora llegan fundamentalmente de Egipto y de los países subsaharianos, explicó la responsable del Área de Menores de la organización católica Caritas, Maria Francesca Posa.

“En Italia el problema de los menores extranjeros no acompañados surgió de manera relevante en 1991, con el desembarco de refugiados albaneses en las costas de Puglia (sur). Algunos eran menores sin sus padres que huían de una nación en crisis”, dijo.

Inicialmente no preparada para enfrentar la emergencia, Italia debió crear en algunas regiones centros específicos para menores, entre ellos tres que Caritas actualmente tiene en Roma.

“El objetivo ha sido y es el de apoyar el desarrollo de la persona, combatiendo las situaciones de marginación social y cultural que impiden la plena realización de su bienestar y de su desarrollo personal”, señaló Posa durante un recorrido por uno de esos centros.

El sistema italiano de acogida de menores extranjeros no acompañados ha sido elogiado y puesto como ejemplo a nivel mundial por algunas organizaciones no gubernamentales, aunque partidos políticos de extrema derecha los han estigmatizado porque en su opinión favorecen el arribo de indocumentados.

El principal problema de esos centros -aparte la escasez de recursos en un contexto de crisis económica- radica en que cuando los inmigrantes cumplen 18 años de edad dejan de ser tutelados, sin que en muchas ocasiones hayan alcanzado una situación de plena independencia económica.

“No logramos acompañar a los menores hasta la total autonomía y el riesgo es que cuando lleguen a la mayoría de edad terminen viviendo en la calle”, reconoció Sabrina Maggiolo, asistente social en el centro Tata Giovanni de la capital italiana.

Explicó que para integrar a los muchachos es fundamental que conozcan el idioma, por lo que se les da una preparación en ese sentido, con clases matutinas y una inserción, para los más jóvenes, en escuelas italianas.

Los menores son seguidos por un equipo de asistentes sociales, médicos, psicólogos y educadores y permanecen en los centros de primera acogida de Caritas un promedio de 50 días, antes de ser internados en comunidades o con familias italianas para que puedan estudiar.

Según Maggiolo, no hay ninguna duda de que se trata de muchachos que han sufrido un fuerte trauma por el viaje de arribo a Italia, que incluye la travesía del Mediterráneo en frágiles barcazas y, para los que llegan del sur de África, la del desierto del Sahara.

“La experiencia del viaje los marca; es difícil para ellos tener la capacidad de encontrar un equilibrio entre las expectativas que tenían cuando salieron de sus países y la herida del viaje”, señaló.

“Muchos de ellos vieron morir a otras personas durante la travesía y necesitan urgentemente trabajar para pagar la deuda que sus familias contrajeron con los traficantes”, explicó Posa.

Dijo que casi el 84 por ciento de los menores extranjeros no acompañados son del sexo masculino y que la mayoría de las muchachas que arriban están en situaciones de explotación sexual.

Precisó que los centros para menores de Caritas están también abiertos a jóvenes italianos en situaciones de desintegración familiar, aunque el 97.7 por ciento de quienes reciben asistencia son extranjeros.

Según datos de Caritas, de enero a octubre de este año ha hospedado a 330 menores extranjeros no acompañados en sus centros romanos, frente a los 283 de 2012 y los 392 de 2013.

“Hay un aumento evidente y hemos detectado que tiende a disminuir la edad de los muchachos que arriban, que actualmente es de un promedio de 16 años, mientras que el año pasado era de casi 17”, dijo Posa.

Un reporte de la organización católica señaló que 20 de los muchachos que han pasado por sus centros en el último año solicitaron asilo político, pues resultaban perseguidos en sus países de origen por diversos motivos, desde políticos, étnicos y religiosos hasta de identidad sexual.

“Los viajes para llegar a Italia son largos y peligrosos y son descritos como terribles por las condiciones en las que se dan y por las modalidades con las que son tratados los menores”, señaló.

Dijo que al llegar a Italia la primera demanda de los menores es la de tener documentos y un empleo.

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