Durante dos horas, entre canciones y juegos, el artista argentino hizo vibrar a unas 2 mil 600 personas que este domingo se dieron cita en el Teatro Metropólitan para disfrutar el “show” de quien se ha consagrado como uno de los máximos exponentes de las historias musicales para niños.
“Manuel va dormido a la escuela”, “Los changos”, “Campamento” y “Accidente”, fueron los primeros de una veintena de temas que interpretó ante un público entusiasta y participativo.
Aunque en la sala había niños de todas las edades, predominaban los de entre dos y siete años, quienes coreaban de principio a fin las pegajosas canciones, como aquella del capitán de las Filipinas, quien con su nariz abrelatas de sardinas.
“Espérese la gente de aquí abajo, que los de arriba están cantando más bonito”, expresó Luis para desatar las carcajadas de todos, que aplaudían al compás de su guitarra y ya listos para un juego.
“Todos se tiene que parar, y quien no lo haga, vendrá una mano mecánica que identifica al niño y a la niña que no está participando. La última familia que no participó, quedó así”, dijo al señalar, en tono de broma, una de las esculturas que lucen en el costado del fastuoso recinto del Centro Histórico.
“Si tu puerco engorda hazlo adelgazar, no le des azúcar”, decía el intérprete mientras la gente bailaba frente a sus asientos haciendo los movimientos que él les indicaba.
“Encargado”, “Déjame acá” y “Somos puercos”, siguieron en el repertorio hasta que llegó el momento de contar algunos chistes y después, más juegos con “Échele leche al café”, “Bum snap clan” y “La canoa se hundió”.En la pletórica sala había quienes se topaban por primera vez con Luis Pescetti, pero eso no era impedimento para involucrarse ni las dinámicas ni en los temas, pues a través de una pantalla gigante colocada al centro del escenario, se podían leer las letras para entonar todos al unísono.
El artista, vestido con un pantalón tipo pijama, jamás perdió la sonrisa del rostro. Con guitarra en mano, apoyado de una silla que nunca utilizó para sentarse, sino para descansar la pierna en ella y leer desde el atril sus partituras, siguió magnetizando a chicos y grandes por igual.
“Ahí viene mamá pato” fue el siguiente juego y para lograrlo, todos debían tomar de la cintura a su vecino de fila. Ya después, llegaría el momento tétrico en el que las luces del escenario se oscurecen para dar paso a “Tumbas”.
“Veo que algunos niños tienen miedo, mejor pasamos a ‘La tortuguita’”, decía. Pero el público exclamó un no rotundo y a través de gritos y silbidos, solicitó de nuevo “Tumbas” y no la de la tortuguita.
“Papás, les voy a dar un consejo. Como veo que sus hijos se les escapan y tienen que estar pendientes de ellos, mejor para la próxima déjenlos en casa”, dijo, y de inmediato, los pequeños reclamaron a sabiendas de que el compositor sólo vacilaba.
“Tiburón, tiburón” y “Cha cha cha” fueron la delicia de los fans, pero también aquella que versa: “Al pelotón le gusta mucho el vino, le gusta mucho el rock, le gustan las mujeres”, pues solicitaba que los asistentes tocaran la oreja o nariz de sus vecinos, o incluso, se arrodillaran frente a ellos.
El encuentro de la gente con su ídolo concluyó con temas como “Angelina”, “Olga, Olga, Carlos Juan” y “Ay Lilí”. La despedida sólo fue por hoy, pero Luis Pescetti prometió que pronto regresará para seguir regalando bellos y divertidos momentos a la gente.