Ritual granicero es retratado en “Tras las huellas de la veneración”

21 de Mayo de 2015
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México, 21 May 15 (Notimex).- Fotografías alusivas al ritual granicero, mediante el cual los “tiemperos” siguen garantizando las bondades de la tierra, integran la exposición “Tras las huellas de la veneración”, que se presenta en la Ex Hacienda Panoaya, en el municipio mexiquense de Amecameca.

La colectiva reúne imágenes de seis fotógrafos, entre ellos, el documentalista Alfonso Muñoz, quien a mediados de los años 60 capturó el “Enfloramiento de cruces en Tepetlixpa”, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.

Detalló que los artistas de la lente capturan aspectos de un rito que forma parte de una tradición prehispánica que, con una mezcla de elementos principalmente católicos, persiste hasta nuestros días.

El también llamado “tiempero”, como mediador del ciclo agrícola, ejerce un control de los fenómenos atmosféricos: lluvias, rayos, tempestades, granizos, plagas, vientos y periodos de sequía, porque de esto depende la producción de alimentos.

A mediados de la década de los años 60, el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla penetró en el mundo de los teciuhtlazquie, “el que tira o lanza granizo”. Algunas de las imágenes capturadas como parte de sus investigaciones forman parte de esta muestra.

En las fotografías se puede observar cómo la ofrenda que se depositaba en cuevas y abrigos estaba compuesta por grandes cantidades de pan y fruta, agua, sal; con el tiempo se han añadido guisos y otras piezas, aunque la cruz se mantiene como un elemento primordial, señaló a etnohistoriadora Aidaly Castañeda, curadora de la exposición,

Los graniceros que acudieron a la Cueva de las Cruces en Tepetlixpa, Morelos, fueron fotografiados por el documentalista Alfonso Muñoz, colaborador de Guillermo Bonfil, señala un estudio realizado por la historiadora del INAH, Rosa Casanova.

“Los miembros de la corporación (de graniceros) son sujetos fundamentales que establecen el clima ritual; el fotógrafo (Muñoz) los mira en su rol de oficiantes del acto, aunque también asienta la percepción de su humanidad”, explicó Casanova.

De la serie de 51 negativos que integran el trabajo de Muñoz en torno al “Enfloramiento de cruces en Tepetlixpa”, seis de ellas se pueden admirar en “Tras las huellas de la veneración”, instantáneas han sido publicadas por otra historiadora del INAH, Margarita Loera, en su libro “Memoria india en templos cristianos”.

En esta exposición destacan además tomas de la serie “Imágenes de lo sagrado”, del fotógrafo Everardo Rivera. En las alturas del volcán Popocatépetl, aparece en primer plano la expresión absorta de los devotos.

La muestra da cuenta de las transformaciones en el ritual de los texispec, “bendecidor y espantador de granizo”, o teciuhpeuhqui, “aquel que vence al granizo”, evidentes principalmente en los elementos de la ofrenda.

Algunos de los graniceros que mantienen y salvaguardan la tradición son Don Pedro, quien sigue los pasos de su padre, Aniceto Córdoba Páez, y también don Moisés Vega Mendoza; a ellos se les ve ofrendando o haciendo “limpias” en Amacuilecatl o la Cueva de Tlalpanzingo, lugares sagrados.

El arqueólogo Arturo Montero, coordinador de la exhibición fotográfica junto con don Moisés Vega, explicó que hoy en día a los que trabajan con las nubes (clima) se les denomina, de acuerdo con su región, “graniceros” en el Estado de México, “tiemperos” en Puebla y “misioneros del temporal” en Morelos, a los que se suma otra media docena de nombres.

Por medio del rayo ellos reciben el poder de curar, pedir la lluvia, evitar plagas, desviar el granizo e impedir las sequías. Quienes mueren por esta causa estarán destinados a trabajar desde el cielo. También se puede ser granicero por herencia familiar o por revelación onírica.

“Más que un culto nigromántico, los graniceros son un intento por explicar lo que es inexplicable y de controlar lo incontrolable, en una sociedad que no dispone de capacidad tecnológica suficiente para enfrentarse a la naturaleza”, concluyó Montero.

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