Dejan el Teatro Benito Juárez las “Manzanas” de Lomnitz

04 de Mayo de 2015
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México, 4 May 15 (Notimex).- Un retrato del mundo de los adolescentes, impregnado de la necesidad de aceptación y evasión, constituye el montaje “Manzanas”, que anoche concluyó su temporada en el Teatro Benito Juárez, donde el director teatral Mario Espinosa y el actor Emilio Echeverría develaron una placa.

Bajo la dirección de Alberto Lomnitz, la pieza de la autoría de los novelistas ingleses Richard Milward (1984) y John Retallack (1950), narra los periplos por la vida de los adolescentes Adán y Eva, así como de su grupo de amigos.

En este montaje, con cerca de 50 representaciones, el tema de la adolescencia se presenta como un universo en el que reina la soledad, los chicos se desconectan del mundo de los adultos, evadiéndose, pese a su enorme necesidad de aceptación.

La historia se centra en Adán, quien se presenta como un muchacho tímido y desencantado, con un trastorno obsesivo- compulsivo, su amor por el grupo The Beatles y un padre violento.

Por su parte, Eva, la segunda protagonista, es la mujer más atractiva de la escuela, de quien Adán está enamorado. En casa de Eva se vive en constante miedo debido a su padre agresivo.

Para distraerse de su vida de azote, Eva decide abrirse al mundo del sexo, los antros, la bebida y las drogas. Los personajes se advierten constantemente de no caer en los vicios.

Adán contiene sus frustraciones escolares y familiares escuchando a todo volumen su música favorita y fantaseando con el amor o, por lo menos, la idea que él tiene de este sentimiento.

El mundo de estos dos personajes, sus amigos y sus padres se ven envueltos entre fetos y mariposas que logran hacer de “Manzanas” una exploración a las dificultades de crecer frente a un mundo que los devora.

Para Lomnitz, la obra cuenta seis historias, donde igual número de adolescentes en vísperas de concluir la secundaria, atraviesa situaciones similares a las de sus protagonistas.

Cuenta que en esta obra existe una relación entre Adán y Eva y la manzana, las manzanas en este montaje son, desde luego, la representación de una visión del autor, es una especie de droga que a su vez, representa el símbolo de la tentación y el pecado que es como se interpreta bíblicamente.

“Lo que menos me interesaba era hacer una obra en contra de la satanización de las drogas, porque sería lo equivalente a satanizar a un adolescente y ése es el problema; que la adolescencia en general representa una etapa en la vida, son un grupo social que padece mucha discriminación, una etapa difícil no sólo por lo que implica la misma adolescencia a nivel psicológico y personal.

“Sino porque personalmente existe una visión de que son violentos, revoltosos, no los quieren en ciertos lugares porque son adolescentes. Lo que nos interesaba era dar una visión, que es la propia vida del adolescente, de lo que significa y el papel que juego”, dijo.

Para Lomnitz, quien considera que la adolescencia es una etapa de riqueza, pues tienen todo el potencial de un niño, “Manzanas” desnuda la problemática de la adolescencia.

En la obra, Adán y Eva, Clara y Gabo, Debbie y Berna, narran en primera persona sus historias de amor, sus excesos y tropiezos.

El montaje recibe su nombre de una variedad de pastillas de éxtasis que son usadas por estos jóvenes para evadir sus terribles y diversas realidades.

De este modo, el espectador entra en un universo adolescente en el que reina la soledad, la total desconexión con el mundo de los adultos del que se evaden al tiempo que luchan con sus profundas necesidades de amor y aceptación, en una etapa crucial para su futuro.

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